El pan de muerto es uno de los ingredientes más emblemáticos en la
tradición de las ofrendas que se colocan
en el altar del Día de Muertos; una ofrenda que se precie de serlo deberá
contener esta pieza esencial, tiene una forma circular que simboliza el ciclo
de la vida y la muerte; al centro en la parte superior del pan, aparece un
pequeño círculo en el centro que representa al cráneo, cuatro canelillas que
son los huesos y también las lágrimas derramadas por los que ya se fueron,
éstas pueden estar colocadas en forma de cruz que indican los cuatro rumbos del
universo y también los cuatro puntos cardinales dedicados a un dios distinto
Quetzalcóatl (la serpiente emplumada y ser supremo de las culturas
mesoamericanas), Xipetotec (el Tezcatlipoca rojo que representaba la fertilidad
y los sacrificios), Tláloc (dios de la lluvia y la fertilidad) y Tezcatlipoca
(señor del cielo y de la tierra). Por último, el sabor a azahar en honor de los
ya fallecidos
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